MARINERS

1936: La Guerra de España ha estallado y la violencia y el miedo llegan a todos los rincones de la península. Huyendo de los anuncios agoreros, de la crisis y de la movilización, Joaquim, un joven mallorquín, decide embarcarse en un viaje hacia el exilio a través del mar. Su destino serán los puertos canarios. 

Ha escogido estas islas como hace siglos atrás hizo su antepasado Giraud, leyenda familiar que heredó a través de los cuentos de los abuelos y estos a su vez, de sus abuelos en un ciclo que remonta hasta mediados del siglo XIV. Giraud había sido un marinero y mercader de la flota mallorquina que se asentó en un pequeño enclave marítimo, situado en la parte nororiental de la isla de Gran Canaria, al inicio del istmo que la conecta con la isleta. Allí pusieron los cimientos de una ermita bajo la advocación de Santa Catalina de Alejandría, la santa que ofrecía a las gentes del mar la confianza en la devoción mendicante en tierras lejanas. 

Joaquim encuentra en su nuevo hogar espacio fecundo para la creación. A medida que se sumerge en la leyenda de su antepasado, descubre similitudes sorprendentes con su propia historia: el anhelo de un hogar lejano, la incertidumbre del exilio y el afán de encontrar un lugar donde forjar un nuevo destino. Tanto él como Giraud harán un pacto de amor con el mar y con la isla. 

A través de las cartas y diarios escritos y evocados por Joaquim y Giraud se hace el viaje del exiliado, del viajero. Un diálogo atemporal que trasciende los contextos históricos y geográficos. En sus voces se nombra el mundo que queda atrás y se inventa el lenguaje para nombrar el nuevo. En ellos se entrelazan dos tiempos históricos distantes, para explorar los paralelismos entre el exilio y la migración, la insularidad y la memoria.